Por Nedd Lud
“Seréis
capaces de decirme, quien amara más la patria,
¿el que la empuja a la guerra o el que quiere salvarla de la guerra?”
¿el que la empuja a la guerra o el que quiere salvarla de la guerra?”
Mientras escribo
estas líneas se está leyendo la resolución de La Haya con respecto a la demanda
marítima que el gobierno de Perú le ha hecho al de Chile. Podríamos decir
“pero, ¿qué importa? Si al final de cuentas, los recursos económicos extraídos
de tal sector marítimo no favorecen ni a uno ni a otro pueblo en cuestión, sino
que a un pequeño grupo privilegiado de la elite político económica de ambos
países”. Cierto, salvo por un detalle: lo anterior es desconocido u olvidado
por una parte considerable del pueblo peruano y chileno. He ahí la importancia
del asunto y es nuestro deber tener en consideración dicha información a la
hora de confrontar argumentos.
Y como enuncia el
dicho “la historia se repite”, no es primera vez que tanto el Estado chileno
como peruano inciten a través de su prensa (burguesa) el sentimiento
nacionalista, siempre con el fin de alistar emocionalmente a sus respectivos
pueblos en concretas o posibles situaciones de guerra. Como tampoco es primera vez
que, ante tal llamado nacionalista, los anarquistas hagan denuncia pública de
ello y no de forma errada.
Es así como en
1920, ante el rumor de que en Bolivia se había realizado un golpe de Estado orquestado
por Perú con el fin de organizarse e ir en busca de las tierras antiguamente
usurpadas (Tacna, Arica, Tarapacá y Antofagasta), el Estado de Chile, sin
haberse confirmado lo anterior, decide
movilizar 10 mil reservistas a la frontera norte. La iniciativa no solo conto
con el apoyo de la prensa oficial, congresales y gran parte del país, sino que también
resurgieron las que antiguamente se conocerían como Ligas Patrióticas:
“organizaciones cívicas abocadas a la reafirmación del sentir nacionalista,
funcionando como agentes de presión en las ciudades en que actuaron (…) Sus
principales actividades consistieron en realizar mítines ‘patrióticos’,
conmemorar efemérides militares, hostigar a la población peruana”[1],
entre otras funciones.
Varias fueron las
voces que respondieron de forma crítica ante tal marea nacionalista, como también
varias tuvieron su contra respuesta. El local de la Federación de Estudiantes
de la Universidad de Chile (FECh) fue saqueada; la Federación de Obreros de
Chile (FOCh), luego de un incidente, fue silenciada; el local de la Federación
de Obreros de Magallanes (FOM) fue quemado, y el de la Industrial Workers of
the World (IWW), sección Valparaíso, fue allanado.
La misma suerte
corrieron los periódicos obreros. El principal denunciante de las malas prácticas
realizadas por las ligas fue El Surco, periódico iquiqueño; teniendo como su
contraparte compañera a La Protesta, principal referente anárquico en Perú. A través
de sus páginas se difundía la antítesis del concepto patria: una aberración, origen de la guerra, complemento del
gobierno, del ejército y, por ende, de toda autoridad; al contrario, el
anarquista apela por la fraternidad entre los pueblos, eliminación de todo poder
y enfrentamiento bélico. Ante tales palabras, el Estado chileno conjunto a las
ligas patrióticas se dispusieron a sacar de circulación a la prensa obrera,
como por ejemplo El Surco, La Comuna, La Batalla, La Jornada, El Socialista, El
Trabajo, entre otros.
Todo este episodio
de tinte nacionalista, el cual conto con varios momentos de represión obrera,
discriminación racial e inclusive muertes (ver el caso de José Domingo Gómez
Rojas [2]), finalizo sin enfrentamiento bélico entre las dos
regiones. Perú nunca respondido ante la movilización de las tropas chilenas.
Para finalizar,
decir que nunca esta demás recordar estos hechos en tiempos de marea
nacionalista, porque eso es lo que es: un sentimiento que, al igual que la
marea, viene y se va, orquestado por los grupos de poder respectivos a cada
país. La historia no enseña que lo que hoy llamamos Estado-Nación no es más que
solo un capitulo dentro la historia de la humanidad, asi como también que la
hermandad peruana-chilena ya se ha visto enfrentada a situaciones similares a
las de hoy en día. Y los libertarios seguimos de pie.
Hace horas que ya
se ha entregado el fallo de La Haya. Poco importa el resultado para nuestros
fines, pero repito: es importante saber quién es nuestro enemigo, a decir las
familias y grupos económicos: los amigos ocultos del
Estado.
Enero, 2014.
Fuentes:
- [1] y [2] Arde la patria: Los trabajadores, la guerra de don Ladislao y la construcción forzosa de la nación (Chile, 1918-1922) – Víctor Muñoz C. (Revista online Pacarina del Sur).
- Orígenes de la fraternidad anarquista entre Perú y Chile – Manuel de la Tierra. (Periódico El Amanecer).
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