Por Rebeldesierto
Periódico "El Sol Ácrata" Antofagasta, abril del 2014.
Como ya hemos señalado en otras oportunidades, el amanecer del siglo XX fue bastante crudo para las miles de familias obreras y desposeídas en el norte de la región chilena. La nueva centuria no había traído nada de nuevo, tan solo más miseria, más hambre y en muchos lugares resignación. Sin embargo, hubo inconformes que despreciaron la sumisión, y ya sea a través de la organización colectiva o en el acto individual, decidieron hacer frente a esta situación ignominiosa, promovida por el clero, la burguesía local y los farsantes del gobierno de turno.
Entre esta vasta gama de espacios y
personajes, hoy nos referiremos a los expropiadores del FCAB (Ferrocarril Antofagasta - Bolivia), quienes actuaron con la finalidad de
sobrevivir y llevar sustento a sus hogares, o tal vez con móviles personales,
políticos o más profundos que hoy desconocemos. Tal vez los haya impulsado el
repudio al trabajo, el hastío ante explotadores patrones o las vertiginosas
ansías de ir de un pueblo otro sin dejar más huella que la acción cometida, no
lo sabemos.
Los escenarios principales de estos
atracos fueron las estaciones, vagones o muelles, lugares donde se concentraban
grandes sumas de capital, pues además de acumularse mercadería y productos
importados, se encontraba a acaudalados comerciantes e industriales, quienes
viajaban de una oficina salitrera a otra, o bien en barco hacía algún otro
destino. No por nada los vigilantes del FCAB, esbirros protectores del capital,
portaban rifles Winchester, y en las paredes se encontraban los típicos avisos
“Se Busca” con fotografías, seudónimos y prontuarios de los bandoleros.
Inclusive se ofrecieron grandes sumas por algunas cabezas.
Entre los casos más bullados
encontramos en 1915 a una banda de atracadores provenientes de Bolivia, los que
en aquella región habrían expropiado el banco nacional. O también a la famosa Wild Bunch (Pandilla Salvaje), la que
incluso inspiró una película en 1969. Se dice que estos “forajidos”
norteamericanos asaltaron bancos en la región argentina, en el norte de la
ficción chilena y más tarde en territorio controlado por el estado boliviano,
donde finalmente morirían en 1908. Caso
aparte es el ya mítico Silverio Lazo, “El Chichero”, quién después de una larga
temporada en el calabozo y golpizas policiales, se habría convertido en “el
terror” de los comerciantes y la burguesía antofagastina, la que fijó en alto
precio su captura a lo que este respondió asesinando a uno que otro guardia. En
palabras del poeta Sabella “SILVERIO
Lazo, "El Chichero"/Mitad gaviota y navaja /ante nadie se rebaja /con
su cuchillo minero”. Otros salteadores “locales” fueron “La Jirafa”, “El
guatón guaso”, el temido Juan Gonzáles, alías “La muerte andando” y un pequeño
apodado “El care’ galleta” quien le habría sustraído siete colleras de oro a un
inglés de apellido Goodman.
Finalmente podemos señalar que si bien
estos actos no tuvieron, aparentemente, un móvil político e ideológico claro, y
no fueron producto de una estrategia en contra del estado o del capitalismo, si
responden a una reacción y reflexión individual ante la injusticia reinante,
pues supieron identificar en el ferrocarril y en la burguesía de la época a los
responsables de su situación, y por tanto los convirtieron en su objetivo a
expropiar.
Estación de Ferrocarriles Antofagasta, hacía 1920. |
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